LA NIÑA DEL ÁNGEL
El
1° de agosto del año de 1884 el panteón municipal Juan de la Luz Enríquez abrió
sus puertas en la ciudad de Orizaba, Veracruz, para servir como camposanto y
lugar de entierro de los ciudadanos, hasta su clausura albergó durante sus 25
años en funcionamiento, cerca de 35 mil 400 cadáveres.
Este
panteón se ha vuelto en un lugar muy visitado por turistas, te parecerá extraño
pero lo que más llama la atención de este son sus mausoleos, las pequeñas que
construyen para sus difuntos, volviendo su extensión en un pacífico color
blanco.
Por
ello, el monumento más bello del lugar y que alberga una hermosa leyenda, es donde
descansan los restos de la pequeña Ana María Dolores Segura y Couto, ella falleció
en el año 1908, a los 2 años y 3 meses, sufría de meningitis lo cual le provocó
la muerte.
Tras su muerte sus padres no podían acompañar al cuerpo de la pequeña, ya que ellos en la ciudad de México, por lo que pidieron a un arquitecto que construyera un monumento de mármol a imagen y semejanza de la pequeña. El escultor realizó lo que los padres habían solicitado, era una representación a la pequeña acostada en su cama y aun lado de ella un ángel guardián para que cuidase de ella en todo momento, aunque ellos no estuvieran a su lado, se encargó de detallar todo, las alas del ángel, las sabanas de la cama, la ropa de la pequeña, el cabello, las facciones y ojos de la pequeña.
Las
personas que llegan a transitar por su tumba aseguran que los ojos de la
escultura los siguen y por la noche estos adquieren un brillo sobrenatural. El ángel,
por más de 100 años, ha asumido su papel de guardián de la niña, pues la
protege en todo momento de la luz del sol, la lluvia y cualquier cambio de
clima que se avecine, el personal que trabaja ahí aseguran que el ángel se
cambia de posición depende de lo que la pequeña necesite a modo de que no sufra
por el calor, el frió.
Hay
quienes aseguran que por las noches la pequeña se levanta de su tumba para
caminar por el panteón, normalmente dicen que hace travesuras pues le gusta
tomar los juguetes, dulces y flores, de los difuntos que están a su alrededor
de ella.
No
está realmente asegurado, pero también hay quienes dicen que busca a sus padres
por el día y en ocasiones por la noche, y la verdad es que la tumba de la pequeña
Ana María, inexplicablemente, siempre tiene flores frescas en su regazo.
Me despido deseándote una linda, hermosa y acogedora noche.
¡Dulces Sueños!
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