CENIZAS
José Argüelles
Esta historia está relatada por mi bisabuelo.
En el pueblito vivía una viejita llamada Josefina ella no tenía familia, vivía sola en una casa pequeña, era buena señora pues se llevaba bien con todo el pueblo incluidos mis papás, la señora me parecía un poco extraña pero al parecer los demás no lo notaban.
Recuerdo que una tarde llegando a mi casa, después de ir a jugar con mis amigos, pude ver a doña Josefina conversando con mi mamá, ella le decía que en las noches se sentía muy sola y que le gustaría tener un poco de compañía, mi mamá volteó a verme y me dijo que me fuera esa noche con doña josefina, a lo que yo accedí, ya que sentí pena por ella, pues siempre estaba sola.
Llegue a casa de doña
josefina y pude ver que su casa si era pequeña, tenía una cama, una mesa y una
fogatita a un lado de su cama, me resultó extraño que estuviera a un lado de su
cama, pero solo pensé que a esa edad le costaba mantenerse calientita, así que
lo deje pasar y me senté sobre su cama, comenzamos a platicar de cómo ha sido
para ella en todo este tiempo vivir sola, después de un rato ya comenzaba a quedarme
dormido, ella me acostó y me tapo con una cobija y dijo que en un rato se acostaría
conmigo, yo solo asenté con la cabeza y me dormí.
Ya de madrugada me desperté y alcance a ver como se sobaba las piernas con la ceniza de la fogata, ella solo me sonrió y me dijo duérmete hijo, me dormí. Me volví a despertar y vi la peor escena de mi vida pues junto a la fogata vi dos piernas cubiertas en ceniza, me levanté de la cama y junte las piernas al fuego, cuando en la parte de afuera se escucharon unos gritos muy inquietantes y angustiantes.
Al siguiente día, pude ver a doña josefina muy bien, pues ya no tenía quemaduras en las piernas y estaba destazando carne, me invitó a desayunar pero yo insistí en que no era necesario y me fui corriendo a mi casa, le conté a mi mamá lo que había pasado, por suerte me creyó y jamás volví a quedarme en casa de doña josefina.
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